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Egipto Antiguo

El calor sofocante recorre mi cuerpo con algunas gotas de sudor que me recuerdan el lugar donde me encuencuentro. El terreno desértico contrasta fabulasamente con el paija fértil de tintes amarillos y verde; una inmensa corriente fluvial viene desde no sé donde y conitinúa su peculiar recorrido hacia el norte, seguramente hacia el Mediterráneo.

Decido andar un poco y seguir el camino del río. Qué importante parece… no sólo por si inmensidad evidente, sino porque de repente tengo la sensación de que es el centro de todo. Empiezo a ver cómo pasan algunas embarcaciones que trasladan alimentos y otras en donde logro identificar a algunos personajes pescando.Hay bastante movimiento en el río y podía contemplar como este lugar verdaderamente se movía al ritmo de las aguas. 

Uno de los pescadores se había detenido en la orilla y me ofreció un poco de agua y algo de comer cuando nos cruzamos en el camino. Yo acepté y compartí con el el placer de estar en la orilla de este majestuoso río. El hombre me dijo que el río se llama Nilo, y que estabamos en un lugar (fantástico, por todos los relatos que mencionaba) que se llamaba Egipto. El personaje me hablaba de faraones, de pirámides de grandes construcciones, de majestuosos espacios, de esclavos, de gente común…

El hombre que se dirigía hacia el norte a una ciudad llamada Tebas me dijo que si quería acompañarlo… ¿Cómo resistirme? ¡Por supuesto que sí! Y así emprendí mi recorrido por este lugar místico. Durante cada instante del recorido sentí el ritmo del aguam el llamado de los dioses, el poder de los gobernantes. Era una experiencia maravillosa.

Llegamos a Tebas, la ciudad de un dios conocido como Amón. El hombre me dio un par de indicaciones y yo seguí con mi recorrido. Me habló de un par de templos maravillos que podía visitar, así que me animé a pasar por uno de ellos.

Cuando llegué al lugar, no podía creer lo que veía. Me sentía ante el esplendor de toda una civilización. Estructuras inmensas con una cantidad de grabados y de detalles en cada uno de sus rincones que era difícil centrar la vista en una sola de ellas. El sol parecía que intencionalmente apuntara siempre a donde tenía que apuntar para estimular la majestuosidad de la pieza.

Al entrar al templo la sensación no era menor. Esa misma belleza e inmensidad rodeaban cada centímetro del lugar. Me sorprendí de ver tantas imágenes asociadas a la muerte. Qué curioso… es como si morir fuera tan importante como vivir, como si fuese otro lugar al que se puede llegar y se puede estar mejor.

Pensaba que el agún momento vería pasar a un faraón pero aparentemente no frecuentan las calles, los mercados y los espacios públicos. Está bien. De cualquier manera ha sido un viaje maravilloso ¿Ya mencioné la cantidad de perros y gatos que veo por las calles? ¡Qué lindos todos! Y a mí que me encantan los animales me hace muy feliz encontrarlos frecuentemente. Antes de partir creo que llevaré un hermoso souvenir de gato que vi en el mercado… se va a ver espectacular en la sala de mi apartamento cuando regrese. Hum… ¿cuándo será? Ojalá el gato no pesé mucho porque creo que aún tenemos un largo viaje juntos.         

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