
ÚLTIMA PARADA
au revoir
Me ubico en un lugar más familiar. El olor del té que siento que dejé hace ya mucho parece recordarme que en verdad no ha pasado tanto tiempo. Mis ojos se abren lentamente y observo como poco a poco la luz va dibujando nuevamente el rojo y el marrón de la sala de mi casa. Celeste y Limón se lamen mutuamente con esa parsimonia felina que tanto envidio, mientras que la negra Pina se ve expectante frente a la puerta reclamando una caminata nocturna como ya es costumbre.
Con el tiempo que siempre me tomo reconociendo el espacio en el que estoy con mis ojos entreabiertos al despertar de cada día, hago un viaje visual que me permite reafirmar que he vuelto a casa. Aún entre la duda y el cansancio mental me permito recorrer las paredes, los muebles, las mesas y lentamente van apareciendo imágenes que traen de vuelta a mis pensamientos las fuentes de inspiración que tuve para decidir dedicarme al arte: una postal de la serie Brailles de León Ferrari, descansa sobre la mesa de centro; sobre el mueble del televisor, una colección de videos de las obras más representativas de Pina Bausch; un folleto muy bello de textos que recibí hace unos años cuando visité la exposición “Historias de pared” de Sophie Calle en el Museo del Banco de la República, sobre la biblioteca; un libro de fotografías de la neoyorkina Cindy Sherman, también en la biblioteca; un móvil que construí en la universidad para mi clase de prácticas contemporáneas del arte (una de mis materias favoritas) basado en las instalaciones de Annette Messager, cuelga del techo; al lado del bonsái, una Antípoda (revista de Antropología de la Universidad de los Andes) en cuya portada se puede apreciar la conmovedora imagen de María Teresa Hincapié besando esa vitrina en Chapinero. Sé que si sigo me encontraré con Ana Mendieta, Marina Abramovich, Ron Mueck, Anish Kapoor, Takashi Murakami, Banksy…

La lista podría seguir pero prefiero detenerme y pensar que no es gratuito que este viaje fantástico (y sospechosamente onírico) termine en este punto tan cercano a mí, a lo hago, a lo que soy, a lo que me ha movido. Si pienso en el lugar en el que partí esta aventura, me remonto a muchos años atrás en el arte antiguo en donde griegos, romanos y egipcios tuvieron su derroche creativo con sus distintas formas de expresión. Pienso en los grafitties de Banksy y no puedo evitar sentir que debe haber alguna relación entre su intención de plasmar en la pared y la de los egipcios, o entre el deseo de capturar el detalle y el idea de la carne, propios del hiperrealismo de las esculturas de Mueck, con las figuras griegas y romanas. Es casi como si el ciclo se cerrara volviendo a los inicios y como si de repente fuera evidente un vínculo muy profundo entre el arte contemporáneo y el arte antiguo o incluso primitivo. Y seguramente si este vínculo que de repente yo intuyo que existe, tiene algún sentido, sería una forma muy interesante no solo de cerrar sino de entender todo este viaje.
Si bien este recorrido me ha llevado principalmente a través de piezas plásticas y arquitectónicas, no puedo dejar de pensar en la danza, por una parte porque es mi campo principal de referencia, pero por otra parte porque también ha tenido una relevancia importante en la historia del arte universal (Recuerdo incluso lo mucho que disfruté la parada en Paris y mi clase de ballet en la Opera) que permite dar cuenta de este tipo de conexiones.
Cuando empiezan a aparecer las primeras expresiones de la danza contemporánea que se dieron con Isadora Duncan a principios del siglo XX, la conexión entre lo primitivo y el movimiento era una de las principales características en estas. Isadora cuenta en su diario, que su motor de movimiento era la posibilidad de volver al origen, a lo orgánico, de re encontrarse con su naturaleza primitiva para dar origen a su existencia creativa. Esas percepciones sobre el movimiento tienen un montón de explosiones a lo largo del siglo XX que se reflejan en la danza moderna y posteriormente en la danza contemporánea, y que finalmente no dejan de acudir al mismo principio: el re encuentro con lo primitivo para la existencia creativa.
Y es que al hablar de lo primitivo hago referencia a esa posibilidad de expresar fuera del “lienzo”, fuera de lo “formal” o “institucional”, para dar lugar a otros espacios, imágenes, contextos, narrativas, emociones, que legitiman otras formas de ver el mundo y que claramente puedo identificar en el arte contemporáneo. Sobre esto Ingrid Solana escribe en su texto Un pensamiento emergente sobre el arte contemporáneo: “Estas expresiones artísticas (…) Solamente se autocrean o anulan, y hasta el momento, no han necesitado una serie de apoyos institucionales que las expliquen como <<pertinentes>> o <<valiosas>>; patrimonio indispensable de nuestra sociedades”
(2009, Pg 254).
Entonces sí, el ciclo en este punto vuelve al origen; y quizás no está bien decir que se cierra, porque si una de las características de arte contemporáneo es su atemporalidad (aunque efímera la mayoría de veces, también se arriesga a jugar con el tiempo, las duraciones y los momentos), no tendría mucho sentido que el ciclo se cerrara. Más bien seguro está en un punto en donde podrá continuar sin saber muy bien hacia dónde y seguir transformándose y emergiendo en un sinnúmero de direcciones.
Esta conexión que encuentro entre el arte contemporáneo y el arte antiguo me lleva a pensar que seguramente este tipo de vínculos existen de otras maneras y desde otros referentes en las distintas expresiones artísticas que pude apreciar en este viaje. Dos elementos principalmente me resuenan ya que los considero fundamentales así como comunes a cada uno de los momentos visitados: la necesidad de expresión simbólica de la realidad y la importancia de la representación del mundo como una apreciación subjetiva de este.
Las sociedades humanas se encuentran prácticamente obligadas por su condición cultural a simbolizar el mundo que los rodea. Aunque cambien las formas de representarlo y de intervenirlo, siempre es una constante la necesidad de hacerlo, y el arte como un conjunto de símbolos que permite interpretar y re afirmar la posición de los seres humanos en el mundo y ante el mundo, ha sido un canal histórico de esta acción.



En el caso de la arquitectura cuando es contemplada como arte, revela no solamente un medio para la supervivencia de la humanidad sino una interpretación del lugar que ocupa el ser humano en ese entorno y cómo es su relación con este. Por eso se organizan las ciudades, se hacen grandes construcciones, se contempla la circulación de los vientos por ciertos espacios; porque todas estas son formas de simbolizar el lugar del ser humano en la naturaleza y en el mundo que habita. Es una proyección de sí mismo que hace a través de una expresión artística.
En este sentido, en la medida en la que la humanidad se ha ido transformando (tanto a nivel físico, como cultural, social, político y económico), sus formas de simbolizar su realidad se han transformado también y el arte ha sido una de estas, que además de estar presente desde el inicio de la historia de la humanidad, ha sido lo suficientemente amplia, versátil, flexible y extensa para no agotarse nunca.
Este acto de simbolización, ha estado constantemente ligado al otro elemento que mencionaba: el carácter subjetivo de estas representaciones. Este elemento es muy importante porque evidencia que el arte, a lo largo de su historia, ha sido un canal sólido de expresión del mundo real en las distintas formas en las que puede ser visto y apreciado. Esto significa, que no hay una única apariencia ni una única forma de expresar, sino que estas están totalmente sujetas a la apreciación individual de quien las crea, que si bien definitivamente está influenciada por un entorno y por unas “formas de entender el mundo”, también está cargada de toda la experiencia y la existencia de dicha persona. De hecho, casi que podría decirse que una de las declaraciones que ha permitido la historia del arte universal ha sido que lo que debe ocurrirle al mundo es que debe ser representado de todas las formas posibles para apropiarnos de él.
A propósito de lo anterior, Álvaro Barrios señala en su texto Orígenes del artes conceptual en Colombia: “ (…) cuando lo espectadores indignados o divertidos pregunten su eterno ‘qué es esto’ pidiendo que se les defina, como en el ABC, ‘esto es pintura’, ‘esto es escultura’, ‘esto es una vaca’, ‘esto es una mariposa’, ya no se podrá decir más eso. Se pretende, por el contrario, demostrar: 1°) Que lo que busca el espectador en el arte actual, nunca lo encontrará; y 2°) Que encontrará todo lo que no busca y ni siquiera sospechaba que existía” (2011, Pg 18).



Si bien el maestro Barrios señala esto con respecto a una exposición de arte contemporáneo, considero que es una afirmación que es innegablemente pertinente para cualquier momento de la historia. Porque independientemente de que los trazos sean claros o desdibujados o las figuras definidas o difusas, lo que verdaderamente está detrás de cada una de estas expresiones es que son una manera subjetiva (aunque en varios periodos del arte se haya hecho con toda la intención de ser objetiva) de representar la realidad y de brindar al mundo una posibilidad de hacer una lectura (igualmente subjetiva) de esas piezas. Es decir, que tanto en el arte actual, como en el arte clásico, del renacimiento o de vanguardia, no se trata de definir “pintura”, “escultura”, “vaca”, “mariposa”; sino de entender cada una como entidades simbólicas que desde el arte construyen una apreciación de la realidad, entre muchas otras que ofrecen otras entidades simbólicas.
De repente, es como si todo este instante mágico de recorrido por el mundo tejiera en mi mente una cantidad de conjeturas que en este momento me parecen más que obvias pero a las cuales no hubiera podido llegar sino me hubiera conectado con ese poder, esa posibilidad de viajar en el tiempo y de vivir cada instante como si fuera realmente mío.
El tiempo apremia y aunque ya reconozco que he vuelto a “mi realidad”, no soy plenamente consciente del tiempo que ha transcurrido. Suspiro profundo, me agarro el cabello con una cola de caballo y me pongo de pie. Pienso en todo lo que debo hacer, dentro de eso, escribir toda esta experiencia… quizás un blog en internet pueda ser una buena manera. Primero, a caminar a Pina, luego ¡manos a la obra!
Bibliografía
BARRIOS, Álvaro (2011). Orígenes del arte conceptual en Colombia. Colombia. En: http://es.slideshare.net/museodeantioquia/orgenes-del-arte-conceptual-en-colombia
SOLANA, Ingrid. (2009). Un pensamiento emergente sobre el arte contemporáneo. (Spanish). Andamios, 6 (12). En: http://www.scielo.org.mx/pdf/anda/v6n12/v6n12a12.pdf
EKLUND, Douglas. (2004) "Photography in the Expanded Field: Painting, Performance, and the Neo-Avant-Garde". In Heilbrunn Timeline of Art History. New York: The Metropolitan Museum of Art, 2000. En: http://goo.gl/0J0r3