
ESTADOS UNIDOS
El mundo está convulsionado. El paso de dos guerras mundiales, crisis económicas y la más reciente Guerra Fría, dejan como resultado una humanidad agobiada y necesitada de resignificar su lugar en el mundo, de reivindicar su existencia y de legitimar su condición vulnerable como un punto de partida para una transformación política, social y cultural que se pide a gritos.
En este instante, mi viaje por el tiempo me trae a un momento de la historia universal que considero absolutamente importante para mi presente como mujer, como artista y como individuo en 2015. Me encuentro en los años 60’s en Nueva York, en medio de una cantidad de cambios, movimientos y pensamientos producto de esta convulsión ya mencionada; con la emoción de presenciar en cuerpo y alma unas de las producciones de resistencias, para mí, más importantes de la historia que se pasean por el arte, la igualdad, la afirmación, la memoria y el cambio, sin ninguna restricción.




En las calles abundan las flores y no es porque sea primavera. Es porque aparentemente las flores se han convertido en una de las expresiones más claras de los tiempos de paz y amor y circundan estas tierras. Los colores pasteles, ácidos y llamativos adornan las prendas de vestir de un buen número de ciudadanos que transitan desprevenidamente las calles mientras hacen un llamado a la libertad, a hacer el amor y no la guerra, a perderse entre el arte y la psicodelia para encontrarse con uno mismo y con el otro.
Los sonidos sorprenden, y la producción musical de estos tiempos (una de mis favoritas entre todas), se viste de nuevos rostros y fantásticos sonidos. Suena Elvis, Janice, Armstrong, BB King, Diana Ross, Marvin Gaye y la revolución inglesa hace su entrada triunfante con The Beatles, The Who, Pink Floyd y The Rolling Stones. Los LP’s se venden como pan caliente y yo, mientras camino por Brooklyn, me detengo en cada pequeña tienda para llevar varios de estos que hoy día son bastante costosos.



El arte, en general, ha sabido posicionarse como un motor poderoso de transformación. La plástica, la música, la danza, y el teatro, han empezado a crear nuevos canales de expresión y comunicación entre ellas mismas y el mundo que las contiene. Las líneas entre la una y la otra se desdibujan y sus propuestas revolucionarias (como la condición básica de todo lo que se produce en este momento en el mundo) marcaran una tendencia vital para lo que le viene al arte y la creación los próximos años.

Después de una agradable tarde caminando, cuando siento que mi cansancio anuncia el final de mi jornada por hoy, llego a Manhattan y me encuentro con una afiche que captura toda mi atención: Merce Cunningham, uno de los grandes coreógrafos de la danza moderna, artista perteneciente al movimiento fluxus, presentaría hoy en la noche unos de sus trabajos en compañía del maravilloso músico John Cage, quien además de ser su pareja, fue su gran compañero de trabajo y juntos desarrollaron unas de las piezas artísticas más importantes del arte contemporáneo. IMPERDIBLE.





ODA A FRIENDS
Mi cuerpo se transforma
En frente del televisor.
Escucho con emoción vibrátil
El tema musical que sin ninguna pretensión
Entona para mis oídos “I’ll be there for you”.
La presencia irremplazable de seis
Familiares rostros se revela en la pantalla
Y la dicha del disfrute placentero
Ocio mundano
Inacción divina del tiempo productivo,
Salpica mi existencia.
Me contagio sin aviso
De cada diálogo
Que aunque de memoria recito,
Recibo entre risas como un estruendo
Estroboscópico de diversión que no parece
Que tuviera más de veinte años y
Una serendipia
Aparece cada tanto para dar cuenta
De la manera en la siempre
Será posible
Sorprenderse nuevamente.
Cada uno de sus gestos,
Sus espacios,
Sus momentos de gloria imperiosa de
Tristeza taciturna y
De majadería yankee,
Visitan los rincones de la memoria
Para instalarse y conmover como ninguna
Otra serie de televisión
La existencia de quienes,
Sin reproches pusilánimes
Gozamos de la
Contemplación de F.R.I.E.N.D.S